martes, 3 de abril de 2012

EnAbrilAguasMil

Dentro de nada llegan las amapolas

 EN ABRIL, LAS AGUAS MIL

      Son de abril las aguas mil. 

Sopla el viento achubascado, 

y entre nublado y nublado 

hay trozos de cielo añil. 
      Agua y sol. El iris brilla. 
En una nube lejana, 
zigzaguea 
una centella amarilla. 
      La lluvia da en la ventana 
y el cristal repiqueteo. 
      A través de la neblina 
que forma la lluvia fina, 
se divisa un prado verde, 
y un encinar se esfumina, 
y una sierra gris se pierde. 
      Los hilos del aguacero 
sesgan las nacientes frondas, 
y agitan las turbias ondas 
en el remanso del Duero. 
      Lloviendo está en los habares 
y en las pardas sementeras; 
hay sol en los encinares, 
charcos por las carreteras. 
      Lluvia y sol. Ya se oscurece 
el campo, ya se ilumina; 
allí un cerro desparece, 
allá surge una colina. 
      Ya son claros, ya sombríos 
los dispersos caseríos, 
los lejanos torreones. 
      Hacia la sierra plomiza 
van rodando en pelotones 
nubes de guata y ceniza.




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